No se me habría enfriado el té de
no haber visto que esta noche duerme una estrella pequeña al lado de la luna.
Primero la vi y después tuve que lidiar con las palabras, y ya, el té casi frío
en la mesa de luz improvisada. Si el tiempo fuera elástico podría haber
hecho todo en fragmentos caprichosos, mirar el cielo, escribir, tomar mi té
caliente. Pero el tiempo es cualquier cosa, ni hablar cuando te lo roba alguna
historia estelar, alguna hormiga en la ventana y las preguntas sobre cómo llega
un insectito a subir cuatro pisos (y por qué 4, y no 3 y no 5). Pensé en calentar el té y sentí como que me
hacía más frío en la panza, como si le mintiera a alguien. Asique va tibio para
adentro, que el alma recibe bien cualquier cosa que llegue a esa temperatura
que va acariciando lo que encuentra, suave líquido despacio. Creía
que entendía al menos algo. Pero veo la luna, el té, la noche. Y no, no
encuentro nada, no tengo nada que ver con los ritmos en que me
galopa el corazón, con los instantes en que se me desperezan los pelos de los brazos, todo eso es un mamarracho inentendible de accidentes indómitos y
contingentes, algo paralelo a cualquier cosa que pueda pensar alguna vez. Cuido la casa de cartas que voy armando sobre la mesa de madera
y el viento que me baila entre las costillas me pide salir. Ya habrá tiempo
para no mentir, y cuando no miento, me pregunto cuándo será momento de esconder
un poco para no empolvarme tanto la nariz sacudiendo alfombras. Mucho estornudo agita la respiración y el polvo, el polvo a veces puede hacerte llorar. Como mirar una estrella quieta y
pequeña al lado de la luna. Parece que espera, parece que quiere que la miren,
que quiere que no la miren, parece un mimo a la nube que pasa, una lágrima de
la luna que la abriga, una luz de la que aferrarse cuando todo está gris y
algún extraño instinto nos hace mirar para arriba, como hociqueando una
correntada de aire fresco. Cualquier cosa sirve de tiempo, cualquier tiempo
sirve de espacio, y es en el espacio donde siempre me pierdo, aunque a veces
aparece alguien y con un dedo índice limpio y seguro va indicando que acá y
allá está eso y aquello y le va poniendo nombre a las cosas. Como volver a
primer grado. Cuando estoy muy cansada entro en ese cuento que te cuentan, a
veces quiero dormir de un tirón una temporada entera, y esas son las noches en
las que quizás haya habido estrellitas al lado de la luna, pero no podría
asegurarlo porque en esas temporadas hiberno como oso y nunca miro para arriba,
cuestión de supervivencia, de especie, Darwin, que se yo.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Dos blogs que recomiendo con tanto cariño y admiración:
Cariño Diario (dibujitos y palabras bien bonitas de mi amiga Ana)
Diatribas (relatos de perorata, para subvertir el sentido común)
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