lunes, 14 de diciembre de 2009


el mundo habitado


en este mundo no hay finales de teatro, con los actores reunidos aplaudiendo al final de la obra. hay más bien la noche, casa de ausencias. hay memoria débil de gestos únicos. melodías que regresan solitarias. tardes sin. viajantes que abren sus valijas, desnudando conjuntos irrepetibles de objetos, aromas y cielos. para luego cerrarlas, dejando algo que ya no se irá jamás. entre la ausencia y la presencia, los vestigios de cada visitante reaparecen con soberbia en los objetos donde moran.
es entonces que el mundo está habitado. y si bien hay vacancias, los lugares se ocupan de un modo imperativo, son ocupados, sin elecciones, sin conseciones, sin dramaturgia. es entonces que hay historia, y no obra.

lunes, 5 de octubre de 2009


Wiggle-Waggle

Cuando suena el jazz
el cielo azul rechina los dientes,
y un gato que lo usa de fondo
cruza al balcón de enfrente

Agazapado pero sensual
el felino inocente
usa el cable que roba cable al vecino
de clandestino puente

cuando suena el jazz nene
te lo digo,
se cruzan los gatos

(agazapados pero sensuales)
al balcón de en frente
.

sábado, 26 de septiembre de 2009



De copiosas hileras de palabras,
(legión dispuesta a domar el hecho)
ni una sola pudo acoplarse al ritmo
de tan visceral galope.

¿Qué de mí en la libertad que habita
del otro lado del borde de los nombres?

martes, 4 de agosto de 2009


tatuadas las cuerdas

en tus dedos largos

modestas arrugas

de paisano sabio

*

“medio descalcito”

llamabas lindamente

a aquel changuito

de madre ardiente

*

eras voz áspera,

con el corazón de horizonte

eras una guitarra

en tu caballo al trote

*

¡Ay Atahualpa, buen hombre,

con mayúsculas se escribe en mí

tu nombre!

miércoles, 24 de junio de 2009

mi grito Cranberries


don't analyse
don't analyse
don't analyse
don't analyse
don't analyse

the revolution is in the body

Revolución
(a Belicosa)


Se sentó
y mientras pelaba la mandarina,
jugueteó a que dejaba de ser

Pelaba la fruta
como se entra a un lugar nuevo:
Sin Recorridos Conocidos

y mientras miraba los pelos blancos
y el jugo chorreando en sus dedos,
supo que podía subvertirse de todo
(del mundo y de la historia) :

tan sólo evitando que las manos
se muevan solas.




lunes, 18 de mayo de 2009



mi cotidiana distracción puede explicarse:
el mundo es más sensual
plagado de misterios

mi desorientación geográfica:
el deseo de pretenderme perdida
en las viejas esquinas

(vago consuelo de los no-alados)

lunes, 30 de marzo de 2009


¿Toda mi vida será el invento que le sigue al suspiro que anuncia
que la tinta hará dibujos sobre algún papel?
¿Las cosas jamás se quitarán ese antifaz
que me obliga a garabatear los nombres de este mundo?

miércoles, 25 de marzo de 2009

Yo escribiría sobre él

Como conocidos hablaban. En realidad, él le hablaba, sobre el precio del medicamento para el asma “nadie te da nada, nadie te da nada, como ciento cuarenta pesos te sale”, y le muestra un disparador azul. Le cuenta que el aire que se respira en Anisacate es el mejor remedio “cuando tengas un fin de semana anda… te parás en la montaña, buscando el aire de arriba, se te llenan los pulmones…” Su compañero de asiento expresaba su atención con un leve movimiento en los ojos, casi imperceptible. La dirección y posición en la que se acomodaba su cuerpo delataban un desinterés que no quería ocultarse. El mensaje era evidente para cualquiera que por allí pasase. Sin embargo el hombre, de camisa arremangada, gastada y percudida de trabajo, continuaba hablando con el talante de quien está sosteniendo una conversación con alguien que mira a los ojos. ¿Alguien puede recibir mi alma? ¿Alguien puede decirme que existo? El acompañante de asiento se levanta para descender. El hombre miraba por la ventana para encontrar el asiento vacío al regresar los ojos. Los ojos, verdes, profundos, cansados pero intensos. Miran penetrando. Miran sin vergüenza, sin pudor, sin advertencias. Miran sin tapujos, sin disimulo. A la gente alrededor, al asiento vacío, al asiento ahora ocupado por una joven, tras la ventana, a mí parada al costado de su nueva acompañante de viaje. Mirada que busca, que interroga ¿Alguien puede recibir mi alma? ¿Alguien puede decirme que existo? Su dedo gordo insiste en raspar la cutícula del dedo gordo de la otra mano. Las manos son arrugadas y el gesto es de niño. El movimiento se repite, conversando con ese par de ojos inquietos. Miro a mi alrededor, hay cierta armonía. Los movimientos de las personas están envueltos de certidumbre. Bajan, suben, caminan, leen, responden un mensaje de texto, miran un punto fijo, caminan en línea recta, o simplemente se dejan adormecer por el movimiento del transporte. Una fría armonía que la presencia de este hombre quiebra. Porque él busca, pide. Mira a su reciente acompañante, ésta escucha música, mirando hacia el frente. Esa mirada hacia ningún lugar que sin embargo ostenta una seguridad indispensable. La mira con profundidad y templanza, le pide. No logran esos ojos verdes romper la esfera que cubre a la abstraída joven. El gesto en sus manos se intensifica a tal punto que me rasca las entrañas. A veces indiferente ante desgracias televisadas, otras, al borde de las lágrimas ante acontecimientos apenas percibidos. Un hombre-niño gritando en medio de una isla solitaria. No era aburrimiento, estoy segura, el aburrimiento ajeno no llega a las tripas íntimas. Era cuestión de vida o muerte.
Cuando bajé sabía que escribiría sobre él, sabía que un par de imágenes quedarían curiosamente sobresaliendo en mi memoria. Antes de bajar imaginé que pronto llegaría a su casa donde alguien lo estaría esperando, alguien que lo recibiría. Quizás un niño o una mujer. Curiosa también la forma de sepultar la sensación de no haber respondido cuando esos ojos se dirigieron hacia los míos.

martes, 17 de marzo de 2009

(escritos que se escriben detrás de las ventanas)

baja arrebatada el agua por las escaleras
las burbujas se lanzan de cabeza al suicidio escalonado
y al final quedan lágrimas chorreando zócalos
aureolas húmedas de viejas correntadas
como las palabras que se dicen sobre el amor

miércoles, 4 de marzo de 2009


no quiero las arrugas en mis manos

para atreverme por fin

a escribir mi nombre en mayúsculas

viernes, 20 de febrero de 2009

(Ahogar en tiempo reflexivo)

Lejos de luchar contra el río
fue dejarse llevar por él
hasta pactar con el ahogo

Lejos del presunto agotamiento,
el pudor del reposo.

Admitir la existencia de la correntada
¿supone colocarle laureles,
y someterse a su mandato?

lunes, 2 de febrero de 2009

Mi Norte

Las quenas, los sikus, los valles respirando entre la aridez de los cerros, los abismos que los rodean, adulándolos. Todo en el norte es aire entrando en el pecho. Un canal de aire hecho agua salvaje, desafiando rocas, salpicando, invadiendo, inundando. Todo en el norte es espacio. Es abrir los brazos hasta casi desprenderlos del cuerpo, sin tocar nada alrededor, siendo en cambio uno abrazado por la inmensidad. Abrazos esos que nunca atrapan. Como un paisaje del amor.

La ambiciosa flor naciendo en pequeños cactus, el hilo de agua corriendo a duras penas entre los rocosos caminos, la mirada rodeada de una piel curtida por un sol que la ha confundido con la tierra, cada noche estrellada que me ha acostado a contemplar. Todo me ha dicho que soy libre. Me han dicho los cerros que aquello que me sujeta no es sino una cuerda que aprieto con la fuerza de mi mano. Que la libertad más grande es la de detenerse a mirar a los ojos, a quien uno quiera, donde sea. Dedicar,se, convidar,se. Que la libertad más grande es ser el tiempo de otros, ser las manos que apretándose llenas de la misma tierra, se confunden en lo ajeno y lo propio. Maimará. Hornaditas. Maimará. Embriagado el pecho de norte, no me queda más que contagiar.

todo lo que puedo ver todo lo que puedo ver es un territorio plagado de objetos, hilos, colores y figuras extrañas moviéndose, acercándose...