martes, 22 de noviembre de 2005

Pesimismo esperanzado...


Creo que la distancia me superó
No encuentro las palabras, para hablar de mí, no se que es la sinceridad.
Lo que creí vivir hasta ahora, se convirtió en el hoy, sin regreso, y casi sin huellas certeras.
Mi esperanza se ha convertido en pesimismo, y mi orgullo en mediocridad.
No conozco las palabras que dicen mi verdad, no sé que fue caminar, no entiendo a quien me siento a esperar.
Estoy parada sin avanzar, en una especia de nube, que se hace niebla, metiéndose por cada uno de los rincones, de las nociones, dejándome ver solo sombras, sin bordes, sin rostros, y sin colores, solo sombras y figuras, que puedo divisar, sin ir mas allá, ya ni mis manos puedo ver con claridad, parecen ajenas por la frialdad.
Aquella casa, construida de papel de arroz, con el techo de estrellas y las paredes de sonrisas, comienza a teñirse de gris, se desvanece poco a poco, se aleja de la mirada que de mis ojos insistentes le hace llegar, ojos que en el más testarudo de sus actos se rehusan a pestañear, para no perder en el ínfimo segundo de oscuridad, la eterna permanencia de su recuerdo.
Parada puedo, entre sombras, transformar las figuras, creando sus bordes, inventando los colores, y eso es lo que hago, miento. Le miento a mis ojos, para que cesen su búsqueda unos instantes, pero éstos son testarudos. Quieren ver, para descubrir, para encontrar, para ser.
Aquella mirada, que brillaba con el sol, ya no me pertenece, se la lleva la luna y se apropia de ella...

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todo lo que puedo ver todo lo que puedo ver es un territorio plagado de objetos, hilos, colores y figuras extrañas moviéndose, acercándose...